l mar comienza a serme cercano, su presencia de a poco es deseada y el estar frente a su llanura azul me relaja. Sensación nueva que desconocía. Demuestra que algo cambia en mí, me estoy abriendo a otras sensaciones? Representa una apertura de este ovillo que es la ciudad, asfixiante tanto por lo lo desafecto de nuestros cuerpos errantes como por las voces sin significado afectivo, la gran mayoría que retumban en mi cabeza durante todo el día; todo aturde sin colaborar con la calma. De pronto abrirse al vacío permite desahogar el tumulto enjambre retenido sin salida desde mi cerebro durante tanto tiempo frente a paredes. Una vez deshabitado mi marco mental, vacío, recupero el ritmo propio armónico del cual, casi siempre, soy invitado mas no protagonista. Estar en blanco o dejarme ser, o en su máxima expresión, dejarme absorver por ese agujero negro de diamantes a la noche en el mar sobre la arena.
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