igo navegando en este mar laboral, no sé si el mar está bravo pero me siento Magallanes, supongo que el tal sabía dónde hiba porque sino tanto barullo no tiene sentido. Justo cuando creía encallar el de arriba (donde están las aves del H5N1, sic) me puso una bruja de las buenas con quien avisté el horizonte nuevamente, o por lo menos me sentí bien de creerle. En estos márgenes todo parece ser auroras borelaes y la verdad es que uno termina creyendo hasta en la magia cuando te ofrecen un trabajo bueno en vez de recordar el tiempo invertido delante del ordenador, las lágrimas durante el coaching de la vida, las lenguas que me he mordido para fomentar el autocontrol, y todas esas habilidades tan aprendidas con la "experiencia", en vez de recordar todo esto a uno se le antoja que es otro milagro sumando además el respeto en la primera entrevista que me deja anonadada y fuera de la realidad al olvidar que se trata sólo de la entrevista y no del quehacer cotidiano que me espera si tengo la gran fortuna de ser elegida. Pero bien, todo esto en la proximidad con el horizonte claro pierde turbiedad y se vuelve un desafío necesario para disfrutar de aquello, o bien, lidiar con el presente se convierte en un juego o en un hacer necesario para disfrutar, soltar, relajarme cuando no estoy en contexto laboral. Por cierto: Me voy a ver a las ballenas ...
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