Sonntag, März 15, 2009

El Crucificado



e he visto crucificado, y eras el mismo que deambulabas por la calle solo con ropa raída y sucia hacia tu agujero en el cajero, ya te había observado sentado a la salida del metro, aunque con otro rostro. Te presentas siempre igual, crucificado. Y ante ti, me encuentro sin palabras, sin disculpas, vacía e impotente. Tu rostro en la madera me habla de tu sufrimiento desde tiempos remotos sin sosiego. Seguirás cargando esa cruz para recordarnos nuestros crucificados? Sarraceno de ojos ladinos que has conocido caricias y padeces su ausencia, impregnado te adelantas entre los soberbios lirios del campo y el desprecio. Darte hoy de beber, comer, vestirte y en nuestro hogar por la noche cobijarte, no será cura para tu mal ni de tu tanto caminar suficiente para exculparme. Sarraceno, sostenido por la cruz que te desploma sobre mi cabeza doblada y mis ojos deslizados bajo tu corona sangrante que sangre oculta sobre tus ojos, me niego a implorarte amor en tu sangriento calvario, sino destapar la injusticia y odio que te retiene allí clavado, para así recogerte en blandos brazos y curar tus heridas hombre de sal, atisbando el dulce, puro y casto amor reservado para ti, oyendo aquel gemido de dolor al verte atormentado… bendita Magdalena. Bendito amor.