oy hija mezcla de lejana guaraní con desenraizado europeo segundo. Mi idioma es prestado y los de mis padres también desde europa. Mi dios también es prestado y así nací injertada desde mis cromosomas migrados. Crecí confundida como mis tutores en un paisaje hermoso aunque triste por tantas manos ajenas que arrancan sin piedad nuestras mejores flores. He hablado desde la razón con la lógica kartesiana, mis ojos confundidos se confundieron más, nunca entendía a los árboles allí sembrados y viendo mis raíces también allí hundidas sentía como si las mias fueran transplantadas desde antes de nacer. Hoy, encontré mi idioma, el mismo del Che Guevara solo que naciendo de la misma vertiente del Amazonas o del mismo deshielo del caminar Mapuche o desde la caída inmensa del Iguazú, una de esas lenguas ha tomado la palabra de todas y de cada una abrazándola por primera vez a todas a la vez, se llama Bolivia, se llama Aimará, se llama América. Recuperé mi lengua aún cortada, recordé mi raíz aún híbrida, tembló mi indio despertado por el viento, lejos de la palabra, cerca de la tierra, guarnecido por la Pachamama, ciego de tanta sombra y el repentino sol, hambriento de calor, convencido de que ese veinto es suyo, es el verdadero, es el nuestro. Quiero atarme a un árbol para no irme empujada por esta hambre, hacia la confusión que me espera humillante, recuperar la compañía del desierto y del halcón, de la alpaca, del helado frío y del sufrimiento de los míos. No quiero ver más con los ojos de la impunidad racional, quiero estarme aquí aprendiendo a ser con América uno más de los mios.
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