n cuento es una manzana breve, en la que se observa como en un dibujo entre las pinceladas de un niño, todas las partes elementales de su estructura. He comenzado a trazar líneas, también como un niño, inseguras pero llenas de entusiasmo en cada trazo. Esta es la historia de un cuento como una manzana, nunca hubo otra igual. Se inicia desde un trazo gris enmarcando su mundo, será a veces suficiente, otras veces simplemente quedarán mis ideas arremolinadas apartadas en una esquina. Ya se esboza la inseguridad del recién iniciado, así dicen. Todavía no terminé de encontrar el extremo opuesto del trazo sobre la superficie, que será seguramente roja, y ya me preocupa la densidad de su pulpa. Así de fácil es planear un cuento, y así de difícil es llevarlo a cabo, las ideas que guardo en mi retina se agolpan sobre la mina del lápiz sin dejarle terminar el dique que contendrá su jugo. Mientras pasaba todo esto mi mano deslizaba, ignorando el bullicio intelectual, su carbón hasta encontrar la otra orilla que cerró el mar entre mis manos para inventar nuevos peces. Esta tarea, crear seres a partir de la nada ya es archiconocido, desde la Biblia hace unos 5 siglos nos llegó la noticia para después descubrir que otras mayorías como nosotros los occidentales, mucho antes que nuestro santo libro, también describieron semejante proceso, el último interesado no hace mucho, yo diría en la última centuria, mediante una nueva herramienta llamada “conocimiento científico” hizo el mismo tan taimado intento: Crear seres en el seno del mar, y por supuesto obtuvo también su respuesta aunque al igual que los anteriores usó su peculiar código, por lo que continúa oculto a la mayoría en qué consiste el arte. Me tomé el trabajo de visitar aquellas diversas fuentes antes de internarme en mis reales posibilidades, ya que no soy dios ni santo ni científico, para seguir con el próximo paso en la creación de un cuento, ese dique en mis manos hasta ahora estéril. Me veo imposibilitada de hacer milagros, o simplemente no conozco la técnica, tampoco sé cómo generar amonio, en mi alrededor escasea la tecnología tan familiar a la NASA, y carezco del suficiente inglés para enterarme del procedimiento al igual que del latín para comprender a qué se refiere el génesis en el primer capítulo, por supuesto el griego y el arameo siempre quedaron atrás sin ni siquiera considerar. Me enfrento al viejo tema: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”
.. Anisha
En vista de no poder iniciar el experimento me conformo con jugar con este transparente líquido, meto mis manos entre sus H2O (así se escribe), percibo su frágil frialdad y cómo intenta ser retenida sobre mi piel, parte de mi superficie se desgrana en su vientre dejando una crisolada mancha sobre su superficie, en pocos minutos descuidadamente irrumpe en su cuerpo una rojez, desde un marcador que en su cercanía dejé, haciendo al crisol ahora mono-tono todo rojo. Así pasan días en la oscuridad de mi habitada pieza creando su substancia sin mi intervención, como cuando dios nos expulsó del paraíso al ver su obra descompuesta, así permanece expulsada mi obra mientras yo sigo tejiendo simplemente palabras huecas y estériles como antes. Ya es tiempo de hacer lo que cada viernes después de los cinco días laborales me toca, ordenar como terapia para un temperamento obsesivo, no me animo a decir “conducta”, tomo el dique, la manzana, el cuento, la mancha, el líquido y lo observo por última vez sólo por placer de recordar el intento y lo distinta y especial que me sentí cuando lo empecé, por supuesto evitando recordar cuando llegué al nudo, la inseguridad y frustración que entonces sentí, ya cansada por lo que ese dique es lo suficientemente insignificante como para atrapar mi curiosidad que resbaló por sus paredes, pude ver gránulos densos en su interior, partículas como hilos danzado, polvo lunar huraño a la gravedad, y saltos desde todos lados cuando movía la cápsula que volvían al centro para encontrarse casi sin tocarse, me sentí feliz, encontré un nuevo mundo paralelo que comenzó tornasolado y ahora arrojaba cuerpos, un poco deslucidos tal vez, pero surgidos de la nada que es lo que importaba. La manzana tiene forma, tiene color, y es entera, el dique tiene nuevos seres y yo novedades que rescatar del sueño después de pensar tanto mientras observaba la novedad, ideas que penetraban mi calota por el lado opuesto al surco frontal. Creo que del otro lado de mi almohada todavía más manzanas voy a encontrar, alguna vez las vi, aunque no me atrevo muy seguido a intentar, es desesperante sentir que volveré a caer y despertar enredada por el viento que envuelve el mortal salto, sin embargo debo decir que últimamente, ahora recuerdo, me zambullo en un tranquilo mar, de nubes tornasoladas, que refresca mi sudor y me conduce plácidamente a su interior para encontrarme mansamente con mis semejantes antes de volver y despertar cuando a través de otra manzana retomo... el Andar.
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En vista de no poder iniciar el experimento me conformo con jugar con este transparente líquido, meto mis manos entre sus H2O (así se escribe), percibo su frágil frialdad y cómo intenta ser retenida sobre mi piel, parte de mi superficie se desgrana en su vientre dejando una crisolada mancha sobre su superficie, en pocos minutos descuidadamente irrumpe en su cuerpo una rojez, desde un marcador que en su cercanía dejé, haciendo al crisol ahora mono-tono todo rojo. Así pasan días en la oscuridad de mi habitada pieza creando su substancia sin mi intervención, como cuando dios nos expulsó del paraíso al ver su obra descompuesta, así permanece expulsada mi obra mientras yo sigo tejiendo simplemente palabras huecas y estériles como antes. Ya es tiempo de hacer lo que cada viernes después de los cinco días laborales me toca, ordenar como terapia para un temperamento obsesivo, no me animo a decir “conducta”, tomo el dique, la manzana, el cuento, la mancha, el líquido y lo observo por última vez sólo por placer de recordar el intento y lo distinta y especial que me sentí cuando lo empecé, por supuesto evitando recordar cuando llegué al nudo, la inseguridad y frustración que entonces sentí, ya cansada por lo que ese dique es lo suficientemente insignificante como para atrapar mi curiosidad que resbaló por sus paredes, pude ver gránulos densos en su interior, partículas como hilos danzado, polvo lunar huraño a la gravedad, y saltos desde todos lados cuando movía la cápsula que volvían al centro para encontrarse casi sin tocarse, me sentí feliz, encontré un nuevo mundo paralelo que comenzó tornasolado y ahora arrojaba cuerpos, un poco deslucidos tal vez, pero surgidos de la nada que es lo que importaba. La manzana tiene forma, tiene color, y es entera, el dique tiene nuevos seres y yo novedades que rescatar del sueño después de pensar tanto mientras observaba la novedad, ideas que penetraban mi calota por el lado opuesto al surco frontal. Creo que del otro lado de mi almohada todavía más manzanas voy a encontrar, alguna vez las vi, aunque no me atrevo muy seguido a intentar, es desesperante sentir que volveré a caer y despertar enredada por el viento que envuelve el mortal salto, sin embargo debo decir que últimamente, ahora recuerdo, me zambullo en un tranquilo mar, de nubes tornasoladas, que refresca mi sudor y me conduce plácidamente a su interior para encontrarme mansamente con mis semejantes antes de volver y despertar cuando a través de otra manzana retomo... el Andar.
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