i vida,
Crecí en una pequeña familia de tres, donde yo estaba en el centro. Mi familia a su vez estaba al costado de la constelación mayor. No obstante pronto yo también busque la orilla en mi familia, porque en ese centro recibí golpes y aprendí a ponerme al costado de las ofensas como mi familia hacia con la constelación.
Luego estuvo en el centro el conocimiento, inculcado con un contradictorio aunque sincero amor. Así, al costado de mi familia, periférica en la constelación, tomo el centro aquello: El conocimiento.
Extraña mezcla de romanticismo y deber, me inculcaron toda clase de información con espíritu muy critico, reforzado por mi inteligencia que encontró así donde buscar lógica, y no insistir mas en aquellos afectos tan contradictorios que me rodeaban en mi familia, a pesar de haber ocupado yo siempre en el centro en sus corazones, cosa que hasta hace muy poco no vi.
Ese centro potente avivado por mis padres, la educación, la inquietud constante por el conocimiento, el desprecio por lo superfluo donde se incluye despreciar los atributos femeninos, fue desarrollándose sin fronteras, tanto con materiales duros, robustos y concretos del día a día como por toda clase de supuestos para garantizar su salud en el futuro, no había fronteras.
Atravesé la adolescencia ya moldeada, escuchaba pero no hablaba, observaba pero no opinaba, sonreía pero la risa la despertaba solo lo irónico y la paradoja. Bella promesa.
Crecí en una pequeña familia de tres, donde yo estaba en el centro. Mi familia a su vez estaba al costado de la constelación mayor. No obstante pronto yo también busque la orilla en mi familia, porque en ese centro recibí golpes y aprendí a ponerme al costado de las ofensas como mi familia hacia con la constelación.
Luego estuvo en el centro el conocimiento, inculcado con un contradictorio aunque sincero amor. Así, al costado de mi familia, periférica en la constelación, tomo el centro aquello: El conocimiento.
Extraña mezcla de romanticismo y deber, me inculcaron toda clase de información con espíritu muy critico, reforzado por mi inteligencia que encontró así donde buscar lógica, y no insistir mas en aquellos afectos tan contradictorios que me rodeaban en mi familia, a pesar de haber ocupado yo siempre en el centro en sus corazones, cosa que hasta hace muy poco no vi.
Ese centro potente avivado por mis padres, la educación, la inquietud constante por el conocimiento, el desprecio por lo superfluo donde se incluye despreciar los atributos femeninos, fue desarrollándose sin fronteras, tanto con materiales duros, robustos y concretos del día a día como por toda clase de supuestos para garantizar su salud en el futuro, no había fronteras.
Atravesé la adolescencia ya moldeada, escuchaba pero no hablaba, observaba pero no opinaba, sonreía pero la risa la despertaba solo lo irónico y la paradoja. Bella promesa.
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Sin embargo la contradicción permanecía, la mayoría de las veces latente en el aire de acero, serio, amenazador sin posible respuesta al porque. Hasta llegaba a desear ver agitarse el látigo para luego descansar del ataque, y seguir brillando… Aprendí a controlar, a no confiar, a cuidarme, a evitar mezclando lo observado y la contradicción, pude inducir algunos comportamientos y prestar atención a mi cuerpo, al menos cuando estoy relajada. Rudos elementos.
Pero seguí. Escape del martirio emocional y moral de las monjas entrando a la universidad, escape del caos atravesando el mar, escape del miedo reconociendo que no sentía amor, escape del griterío donde haya soledad, escape de lo irracional buscando limites. He visto el camino y pude ver algunas piedras, se me ha dotado de increíble capacidad para planear y concretar, en mi viaje no me ha faltado nada para cada meta.
Sin embargo ahora, viendo ya la llegada, me pregunto: ¿A donde voy?
La respuesta esta en aquella contradicción, cuando aprendí a ponerme al costado y no pregunte mas. Quiero una Familia.
Pero seguí. Escape del martirio emocional y moral de las monjas entrando a la universidad, escape del caos atravesando el mar, escape del miedo reconociendo que no sentía amor, escape del griterío donde haya soledad, escape de lo irracional buscando limites. He visto el camino y pude ver algunas piedras, se me ha dotado de increíble capacidad para planear y concretar, en mi viaje no me ha faltado nada para cada meta.
Sin embargo ahora, viendo ya la llegada, me pregunto: ¿A donde voy?
La respuesta esta en aquella contradicción, cuando aprendí a ponerme al costado y no pregunte mas. Quiero una Familia.
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